Extraído del libro La Practica del Zen de Deshimaru Taisen (弟子丸 泰仙). Este libro fue mi entrada al Budismo, previamente ya lo había estudiado junto con otras religiones pero desde un punto de vista externo, el hinduismo. Aún así, el libro no pudo llegar a mí en mejor momento, realmente no sé ni de donde apareció ni cuando, simplemente estaba ahí; en aquellos años estaba pasando por varias cosas, muchas de las cuales dejan secuelas físicas y mentales bastante complejas de llevar especialmente cuando se entra en esa espiral del «estoy solo».
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Pero al ir leyendo no solo pude distraer mi mente, sino que empecé a sentirme comprendido, lentamente fuí notando que muchas de las ideas que yo tenía respecto a religión y política ya estaban plasmadas en el budismo, especialmente en el Zen. No quiero extenderme mucho en la explicación que seguro en otro momento le dedicaré un post especial, lo que si quiero es compartir este relato y esperar a que a alguien también le sirva de ayuda este tipo de textos.
ACLARACIÓN: Casi todos los textos budistas están escritos con la finalidad de desarrollar el pensamiento, no de encontrarle un significado puntual o una respuesta. Es importante aclarar esto ya que en muchos sitios se dedican a transmitir «enseñanzas» como únicas verdades y bueno…esto cambia de persona a persona. Lo importante es el camino, ya que éste es el único que difiere de persona a persona, en cambio el destino es para todos el mismo.
Cuento Zen: El samurai y los tres gatos
Un samurái tenía problemas a causa de un ratón que había decidido compartir su habitación. Alguien le dijo: «Necesitas un gato».
Buscó uno en el vecindario y lo encontró; era un gato impresionante, hermoso y fuerte. Pero el ratón era más listo que el gato y se burlaba de su fuerza.
El samurái adoptó un segundo gato, muy astuto. Desconfiado, el ratón sólo aparecía cuando aquél dormía.
Entonces le trajeron al samurái el gato de un templo zen. Tenía aspecto distraído, era mediocre y parecía siempre soñoliento. El samurái pensó: no sera éste el que me librará del ratón.
Sin embargo, el gato siempre soñoliento e indiferente, pronto dejó de inspirar precauciones al ratón, que pasaba junto a él sin apenas hacerle caso. Un día, súbitamente, de un zarpazo, lo atrapó.